Por Strongold

Durante más de 1,700 años, el mundo ha probado —y fracasado— con una receta económica tan tentadora como peligrosa: el control de precios. Desde el Imperio Romano hasta la Cuba socialista y ahora con propuestas que resuenan en el corazón del Estado de Nueva York, la pregunta vuelve a cobrar fuerza:
¿Puede el gobierno fijar precios sin romper el mercado?


📜 Roma: el origen del error

En el año 301 d.C., el emperador Diocleciano enfrentaba una inflación galopante tras años de guerras, devaluación de la moneda y caos fiscal. Para detener la espiral, firmó el Edicto Máximo de Precios, imponiendo precios y salarios máximos en todo el Imperio.

Resultado: colapso del comercio legal, escasez, mercado negro… y fracaso rotundo.
¿La lección? Controlar precios sin controlar producción es suicidio económico.


🇨🇺 Cuba: 60 años de precios regulados y estantes vacíos

En la Cuba post-revolucionaria, el Estado lo controla todo: desde el precio del pan hasta la tarifa de un taxi. Aunque la intención declarada es proteger al ciudadano, el resultado ha sido:

  • Desabastecimiento crónico.
  • Salarios simbólicos que no alcanzan ni para el arroz.
  • Mercado negro masivo donde todo se paga en dólares o MLC.
  • Una élite gubernamental que vive con lujos, mientras el pueblo sobrevive rebuscando entre la basura.

Y, como si fuera poco, ministros como Marta Elena Feitó niegan la realidad diciendo que «no hay mendigos»… mientras miles luchan por una bolsa con botellas plásticas para revender.


🗽 Nueva York: ¿El futuro se parece a La Habana?

El asambleísta Zohran Mamdani, de corte abiertamente socialista, aspira a la gobernación del Estado de Nueva York. Entre sus propuestas destaca la imposición de controles de precios de renta, alimentos y servicios esenciales.

Aunque muchos ven esto como una forma de proteger a las familias trabajadoras, la historia advierte lo contrario:

  • Los propietarios pueden dejar de alquilar o no mantener sus propiedades si la renta no cubre gastos.
  • Los supermercados pueden reducir inventario si se les fuerza a vender por debajo del costo.
  • Nacerá un mercado paralelo, más caro e ilegal.

En otras palabras: si se imita el modelo cubano, se corre el riesgo de importar su miseria también.


⚖️ Conclusión: el precio de ignorar la historia

Desde Roma hasta Nueva York, el patrón es claro: el control de precios suena bien en papel, pero fracasa en la práctica cuando no se acompaña de medidas estructurales como:

  • Aumento de la productividad.
  • Incentivos reales a la oferta.
  • Reducción del gasto público ineficiente.

La miseria no se controla por decreto. Se resuelve con libertad económica, innovación y responsabilidad fiscal.


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¿Puede Nueva York aplicar recetas fallidas sin repetir los mismos resultados?
¿Estamos frente a una Habana 2.0 disfrazada de progresismo?